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Fernando Camacho, retrato urgente



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Fuente: www.http://datos-bo.com

Parecería poco carnavalesco lanzar un retrato político en pleno carnaval cuando aprovechamos para huir hacia adentro de la densidad de la banda, cuando dejamos que el retumbar de los bombos nos haga tener la ilusión de que olvidaremos a los asesinados en la masacre de Senkata. Parecería inoportuno querer retratar a Luis Fernando Camacho, mientras los diablos danzan con los ángeles y el sudor de los cuerpos nos embriaga. El carnaval nuestro, que posibilita que resuciten l@s extinguid@s Tobas con sus caras enojadas para despertar nuestras furias profundas, merece la entrega de cuerpos y consciencias que demanda.

Sin embargo, creo que les propongo un retrato oportuno porque estamos hablando de un personaje carnavalesco, cuya grotesca dimensión política es digna de una comparsa bufa de zombis, como los ha calificado la escritora Liliana Colanzi ni bien los vio regresar a nuestras vidas a los Branco Marinkovic, a los Cossío, a los Leopoldo Fernández, hablando de democracia, mientras sus babas destilan sed de venganza.

En carnavalesca comparsa de los y la candidata a las próximas elecciones, Camacho aparece al centro como guía mayor con chicote en mano y silbato marcando una a una las coreografías de patadas, mentiras y amenazas.

Luis Fernando Camacho es el rey de los complejos, es la concentración más perfecta de todos los complejos del machista boliviano. Gracias a esa concentración de complejos machistas que representa, logró generar una ola de adhesión a su paso, que hoy se desvanece porque resulta innecesario. Gracias a esos complejos logró concentrar la atención de la prensa, gracias a esos complejos logró colocar a Evo Morales en un mismo código de comunicación. Logró colocarse como el alter ego de Evo Morales. Logró colocarse como “lo otro”, como el opuesto y lo mismo al mismo tiempo.

Es irónico entonces pensar que fueron los propios complejos machistas del acomplejado su mejor arma contra otro macho acomplejado como Evo. Esa pulseta de poder lo erigió como ganador transitorio.


En carnavalesca comparsa de los y la candidata a las próximas elecciones, Camacho aparece al centro como guía mayor con chicote en mano y silbato marcando una a una las coreografías de patadas, mentiras y amenazas. María Galindo

Hoy Camacho se presenta como inservible e incapaz de generar la adhesión que hace pocos meses tenía, más allá de las circunstancias; como personaje de la telenovela boliviana que vivimos, sigue siendo un espejo reflejante de una parte de la masculinidad boliviana, por eso retratarlo es necesario e interesante.

Luis Fernando Camacho refleja a esa gran masa de hombres con complejo de inferioridad que se saben poca cosa, que se saben nada, que se sienten nada, que no lograron construir con sus vidas nada, ni profesión, ni pareja, ni fortuna, ni conocimiento. Son los herederos únicamente de su masculinidad y nada más que por ser “varoncitos” sienten que deben cumplir una tarea trascendental, sienten que por el solo hecho de ser varoncitos están predestinados para una misión. Se aferran a la fe en sí mismos y tan fuerte es esa fe que le ponen a su condición de varoncitos que pretenden por todos los medios que quienes les rodean les asuman como portadores de la verdad. Usan el matonaje, la amenaza, el chantaje, la persecución y otros medios que les parecen legítimos e incontestables, porque de ellos se trata. Se creen los elegidos para las grandes tareas de la historia. Cualquiera que reniegue, dude o se burle de esa condición de enviado para una gran misión de la que el machito se cree portador será considerado un enemigo del bien, una amenaza, un ser indeseable.

La Biblia, la democracia o la familia son solo un relato complementario que le dota a su discurso de salvador una justificación social; así también se explica como Camacho logró que otros miles que no tienen un lugar en la sociedad se le hayan unido como sus huestes de machistas necesitados de gloria. Por eso también arrastra como peón suyo a Pumari, que es otro tanto de lo mismo.

No es la Biblia, ni la democracia su objetivo, sino ser el jefe de la tribu, ser el centro de la escena, ser el salvador del pueblo, ser el más valiente, el héroe, el libertador. Por eso Evo fue su enemigo perfecto y al mismo tiempo su proveedor de sentido. No habiendo Evo Morales, su sentido se esfuma. Reacciona entonces con resentimiento exigiendo agradecimiento, exigiendo reconocimiento, reaccione con nostalgia y nos exige recordar su hazaña.

A esta altura habrán podido muchas mujeres darse cuenta de que tienen un macho Camacho en la casa, un hombre que no sirve para nada, pero que todo exige y que cuando se siente derrotado ataca, patea, insulta y amenaza. El hombre que cree que tiene autoridad porque es el hombre de la casa, el que con su sola presencia cree que le da sentido a la familia, el que cree que con su sola presencia le aporta un lugar social a la familia. Ese hombre para el que el tiempo de la historia ha terminado, ese hombre que será expulsado por una mujer rebelde, ese hombre que aparenta ser, pero que no es capaz de llevar su plato de la mesa a la cocina.

Camacho es pues un hombre desesperado; se mueve con desesperación, habla con desesperación, desesperado de ser lo que no es. Camacho es un hombre cuyos complejos están concentrados en su cuerpo, no disfruta de la ropa porque no ha logrado aceptar su propio cuerpo. Quisiera ser rambo fuerte y alto o barbudo con pelo en pecho como es la imagen del hombre proveedor y cazador de la historia. Siendo pequeño y calvo usa una gorra y una polera para esconder su calvicie y no tener que lidiar con su propio cuerpo y sus formas. No verás a Camacho en la piscina o sin polera con el dorso desnudo porque odia su propio cuerpo, proyecta ese odio por su cuerpo en su misoginia contra las mujeres. Se sabe un ser poco atractivo, no deseable y como hace el zorro con las uvas en lugar de manifestar su deseo, manifiesta su odio.

Se hace acompañar con la que hoy funge de esposa en un segundo plano, como quien agarra un bastón, arrodillada al lado de él haciendo el ridículo en Cotoca o de la mano rumbo a una reunión. La exhibe porque necesita exhibirla, pero como accesorio mudo sin voz, ni rostro, como esclava sumisa, como inferior. Lo curioso es que siempre haya una mujer en el mundo dispuesta a ocupar un papel que cientos de miles hemos rechazado o abandonado.

Lleva la cruz fascista y colonial del escudo cruceño bordada en la gorra y en la polera, porque es esa cruz la forma como proyecta su falo y como compensa el tamaño de su propio pene. Porque eso del tamaño del pene es una preocupación que parece ser que Camacho tampoco ha superado.

Otra de sus características es ser un hijo de papá, es el típico macho hijo del padre que borra a la madre, el niño que necesita ser aplaudido, protegido y contenido por su padre, por eso lo incorpora en su relato heroico como hijo agradecido, lo incorpora en su relato heroico para dejar bien claro que él y nadie mas que el con la ayuda de su padre es el propietario de la derrota del monstruo.

Quienes voten por Camacho estarán votando por un Hitler, por un tirano acomplejado y peligroso, ignorante, resentido y odiador. Él sí es capaz de desplegar esas metodologías y transmitir esos sentimientos allí donde va.

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