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Foto del escritorChristian Jiménez Kanahuaty

Riester como posibilidad explicativa del presente


por CHRISTIAN JIMÉNEZ KANAHUATY

 

Aquí nos enfrentamos con la posibilidad de problematizar una obra reunida, aquella que fue publicada recientemente por la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia y cuyo autor es Jurgen Riester.


Habría que decir, para arrancar con la cuestión, de que se trata de un libro que reúne trabajos que cubren un arco mayor a los treinta años de reflexión sobre tradición, oralidad, escritura y lenguaje de las tierras bajas de Bolivia. Y si entendemos que los límites de nuestro mundo son el lenguaje que usamos y analizamos para comunicarnos y describir lo que nos rodea, y al mismo tiempo para crear significaciones y resonancias de imágenes, tenemos que el libro de Riester hace posible entender un mundo en movimiento, vital y conflictivo desde el punto de que su lenguaje está en tensión con la realidad, en la medida en que es un lenguaje que extrae del pasado su sentido, pero que se encara con el presente para entender la dinámica de la modernidad y el modo en que ella presenta un límite ante el futuro. Hablamos del guaraní, del ayoreo, del lenguaje del Chaco y del lenguaje que se construye desde y a partir del testimonio, como registro de la confrontación con el mapa como representación del Estado, en términos de lo que Foucault llamó gubernamentalidad y lo que en cierto modo Andrés Guerrero denominó como control de poblaciones a partir de una economía de las mentalidades.


En cierto modo, lo que trabaja Riester es un modo de entender desde la antropología política el subsuelo de la construcción del tejido social, por un lado; pero por el otro, las relaciones sociales y simbólicas que desde el lenguaje oral y escrito se establecen para crear por un lado pertenencia y, luego, descontextualizar la noción de mapa para que así pueda ser politizada desde la noción de territorio. Y territorio como una herramienta para la resistencia que propia la contingencia de la presencia del Estado y el modo en que el Estado desea imponer un determinado sistema de educación, de acumulación material y de símbolos y significados con los cuales, a la larga, edifica un determinado tipo de ciudadano.


Portada del libro "Jurgen RIester: obra reunida"

En este sentido, lo que existe es más bien un debate implícito sobre la noción de ciudadanía. Por ello, quizá se presente la posibilidad de que Riester entregue, desde el pasado, pistas para entender el futuro de cuestiones significativas como la plurinacionalidad. Si se piensa el presente desde el pasado parecen ser ciertas algunas de las acepciones postuladas por el autor, pero si se las piensa como si el futuro ya hubiese acontecido y que lo tenemos detrás nuestro, lo que se presenta es, entonces, un presente cargado de futuro en términos de los que Walter Benjamín llamó ruinas; pero no en la concepción clásica de ruina como forma restante de un pasado remoto, sino, al contrario, como aquello que informa al presente de que la temporalidad pasado-presente-futuro está dislocada y que la linealidad progresista del tiempo de la modernidad debe ser alterada para entender el pulso de la emergencia de otras tradiciones, resistencias, identidades y, en definitiva, de otros proyectos de sociedad. Y es en ese campo, al parecer, donde Riester se juega la noticia de la comunidad imaginaria que se piensa a sí misma para postularse todo el tiempo entre los iguales, a partir del juego con la memoria en términos lúdicos, pero juego también como un lugar en el que hay un sistema de reglas que implica el juego, y que cada sociedad a medida que juega el juego, conoce las reglas por las cuales luego es sometido a través del tiempo.


Es, en definitiva, la variable tiempo la que se desenvuelve en la discusión; y esto porque el lenguaje y el sentido de las palabras no se puede sino evaluar en el tiempo. La condición de posibilidad de la propia oralidad la marca el tiempo, no la comunidad. Porque la comunidad no sabe a ciencia cierta qué es lo que sucederá con aquello que practica cotidianamente desde el ámbito de lo doméstico. Y esto no porque no tenga la capacidad de pensar esa condición de su lenguaje; al contrario, no la piensa porque la está ejerciendo. Es el investigador el que analiza el lenguaje para entender luego aquellos procesos de resistencia y de construcción de la memoria.


Obra reunida de Jurgen Riester nos pone frente a otra problemática que se desprende de lo que se dijo hasta el momento: se piensa la posibilidad de existencia de la diferencia desde una lógica comunitaria y no desde la acción de los sujetos individuales.


Así, lo que parece ser una construcción social es también una comunidad de origen y tal vez, de llegada. Pero en la que el sujeto está incrustado en todo el tejido y no se disocia de él; y es problemático porque nos alienta a pensar la condición plurinacional, desde la oralidad y su transcripción a lo escrito; pero, sobre todo, para entender el modo en que se caracteriza la comunidad desde el subsuelo del sentido de las palabras que sirven para nombrar el paisaje y el territorio que se habita.


Habitar es nombrar, lo sabemos desde los trabajos de la filosofía analítica y desde el ámbito de la filosofía del lenguaje; pero desde el campo de la antropología lo sabemos desde los trabajos etnográficos de Clifford Geertz. Y Riester está empañado en su análisis de este marco conceptual. Lo cual no desmerece su trabajo.: al contrario, es un esfuerzo más hacia la complementariedad de saberes y hacia el conocimiento de totalidad que le reclama enfrentarse con un sistema lingüístico diferente y que construye el mundo desde una matriz donde no hay división entre los sujetos, pero que tampoco la establece entre los sujetos y la naturaleza y, mucho menos, entre la comunidad y el territorio. Por ende, la posibilidad de establecer un conocimiento del mundo natural no está dado desde su cosificación, sino desde el reconocimiento y la aceptación de que la naturaleza ingresa en el lenguaje para poblarlo y dotarlo de sentido y significado.


Esto es algo que la modernidad y el sentido del discurso, sobre todo político, tratan de quebrar. Este es el punto final que se desea trabajar. Riester piensa la política de las comunidades, dentro de un rebalse de la subalternidad. Es decir, como que la subalternidad no los contiene del todo, porque nociones como hegemonía, poder, resistencia, dominación, no se hallan en la fuente original del lenguaje. Son existentes debido al contacto que se registra con el poder estatal o con las ciudades; por lo que bajo esta lógica del lenguaje también la política implica que es pensada, no como un deber ser weberiano, sino que se presenta como un lenguaje de la emancipación que no se ve a sí misma como emancipación, porque no se piensan dentro de una estructura de dominación; es lenguaje de la emancipación debido a que su libertad está en medio de todo su accionar. La libertad no leída dentro del esquema de representación social y política que imparte la modernidad. Libertad dentro de un sistema de saberes que antes que nada es dado por la naturaleza como matriz civilizatoria.


Por ello quizá el libro leído de corrido y en conjunto pueda ser la suma de experiencias de vida de una serie de comunidades, pero también es la investigación acabada de un modo de entender las dinámicas sociales que constituyen diversos modos de estatalidad. Siendo así que informa y da noticias sobre el modo en que se desarrolla lo plural, desde la apropiación del espacio en el tiempo para constituir el paisaje como horizonte que postula una manera de ejercer el lenguaje. Además, dentro del lenguaje, como forma de comunicación y como manera de representar los significados domésticos de la vida cotidiana, también es una herramienta que ayuda a construir un puente más poroso, pero permanente en el tiempo, donde memoria, reconocimiento, comunidad y pertenencia constituyen alternativas, ya no solo al desarrollo o al progreso, sino a la idea misma de Estado y de sistema de gobierno que se conocen como derivaciones de la presencia de las instituciones propias de la modernidad.


Entonces, y finalmente, lo que cabe por realizar como ejercicio es verificar las posibilidades que en Riester aparecen como enunciados programáticos y quizá anunciar modelos en los que se presenten estos hallazgos como puntos de partida para nuevas investigaciones. Éstas no serían sobre el lenguaje en sí, sino sobre el lenguaje de la contienda a la hora de construir estado, así como sobre la gramática que se teje desde el Estado para crear condiciones de posibilidad para la plurinacionalidad o para la autonomía territorial indígena, las mismas que no serían sino las maneras en las que el Estado se desprenda de su carácter estático para ser modificado desde dentro y desde abajo.


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