por FRANCSISCO ESCANDÓN GUEVARA
Desde el año 2005, con la presencia predominante del Movimiento Al Socialismo (MAS) en el escenario político, la tendencia electoral en la ciudad de Cochabamba para la Alcaldía se caracterizó por un “voto dividido” territorialmente. Es decir, mientras en la zona sur y los bolsones periurbanos forman parte del voto masista, en la zona norte asentada por la clase media, el voto es esencialmente antimasista. Entonces, la victoria del pasado domingo de Manfred Reyes Villa, inclusive en algunos distritos municipales de la zona sur, rompe con este rasgo de la trayectoria electoral en el municipio cochabambino. En lo que sigue se ensayará algunas razones para la victoria del manfredismo.
La gestión edilicia de Humberto Coronel Rivas, en los años setenta, configura un imaginario urbano en la ciudad que se asentaba en una idea “roba, pero hace”. Esta idea instrumental de desarrollo luego fue retomada en las distintas gestiones edilicias de Reyes Villa, en la década de los noventa, que se erigió en un sello distintivo de su gestión posibilitando un desarrollo urbano en la ciudad, pero a costa de un manejo discrecional de los recursos económicos, posteriormente esta lógica Reyes Villa trasladó al manejo de la entonces prefectura de Cochabamba que le abrió un abanico de denuncias de corrupción que le obligó al reciente electo Alcalde irse a los Estados Unidos, hoy esas denuncias sirvieron como puntas de lanza de sus rivales para inhabilitarlo. Ahora bien, ese imaginario del “progreso” que anida en la memoria de los cochabambinos fue reactivado en la campaña de Reyes Villa (su agrupación Súmate usó electoralmente los mismos colores: lila y rojo que asociaban al “manfredismo”). Quizás, las pésimas de las últimas gestiones edilicias que condenaron a la ciudad a un estancamiento urbano hizo a el ex burgomaestre fortaleciera en su campaña electoral la idea de eficiencia en la gestión edilicia, a pesar de las denuncias de corrupción que tiene.
Esas denuncias desempolvaron sus contrincantes, pero no prosperaron por dos razones: la primera está asociada a las disputas internas al interior del MAS departamental. En efecto, las fricciones de la gobernadora de Cochabamba con dirigentes del MAS que apoyaban al candidato de Nelson Cox, ex Defensor del Pueblo, imposibilitaron hacer los trámites oportunos desde el departamento legal de la Gobernación para activar los procesos administrativos y penales s contra Reyes Villa. Y la segunda razón está articulada a las decisiones contradictorias entre el Tribunal Electoral Departamental (TED) y el Tribunal Supremo Electoral (TSE) con relación a las diferentes denuncias de inhabilitación del candidato de “Súmate”. El efecto político: la victimización de Reyes Villa.
Una vieja estrategia usada por el manfredismo fue por la vía del prebendalismo y el clientelismo con relación a dirigentes gremiales, transportistas y también con dirigentes vecinales, factor decisivo para perforar el “voto duro” del MAS en la zona sur ya en la anterior elección municipal del año 2015, José María Leyes logró penetrar en algunos distritos “masistas”.
La candidatura de Reyes Villa fue resultado de la crisis política de octubre y noviembre del 2019. En rigor, el retorno del ex prefecto cochabambino a Bolivia, después de diez años de ausencia, se da en el gobierno transitorio de Jeanine Añez. O sea, si no hubiera esa crisis política que obligó a la postergación no solamente de las elecciones nacionales, sino también subnacionales, Reyes Villa no se hubiera presentado para las elecciones para el gobierno edil inicialmente programadas para el año 2020. Ahora bien, la presencia del ex burgomaestre en el ruedo electoral posibilitó encausar el “voto antimasista” histórico de la clase media cochabambina azuzado en el contexto de la crisis política. Además, con un aditamento, como dijimos anteriormente, avanzar electoralmente por territorios periurbanos “masistas”.
Ese contexto polarizado que signó las elecciones presidenciales y parlamentarias en octubre del 2020 posibilitó a que el “voto duro” de la zona sur cierre líneas para la victoria del MAS. Resulta llamativo, a diferencia de la reciente campaña electoral del año pasado donde el MAS no podía hacer campaña en territorio antimasista, en el proceso proselitista de las elecciones municipales si pudo hacerlo. ¿Qué significa este cambio?
Desde la campaña de “Súmate” apostaron a una campaña “más tranquila” y sin agresiones a la campaña del MAS quizás con el objetivo de aminorar la tensión, a sabiendas que históricamente el éxito electoral del MAS se da en contextos polarizados donde la distinción entre amigo y enemigo era nítida. Por su parte, la campaña de Cox se caracterizó por ser errática y contradictoria ya que en su afán de conquistar a la clase media que, entre otras cosas, le tenía animadversión al ex Defensor del Pueblo en Cochabamba por haber defendido a los sectores populares y a los indígenas, no hicieron énfasis en esa su imagen de “Defensor del Pueblo” y, por lo tanto, se descuidaron de consolidar al “voto duro” del MAS asentado en la periferia urbana y en la zona sur de Cochabamba.
En suma, el retorno del manfredismo al poder municipal cochabambino más allá de las variables políticas que explican su victoria electoral del pasado domingo 7 de marzo, pero, a la vez, despierta susceptibilidad sobre el tema de la corrupción, a sabiendas de las denuncias que arrastra Reyes Villa. Además, estos temores aumentan porque hoy va tener controlado el Concejo Municipal razón que disminuye la posibilidad de fiscalizar sobre el manejo de los recursos públicos. Y la otra preocupación es de índole sociológica ya que la fractura social que hay en la ciudad fue propiciada por Reyes Villa.
La ex autoridad fue la principal promotora para el enfrentamiento racial entre los cochabambinos en aquel 11 de enero del 2007 con heridos y muertos, inclusive las secuelas luctuosas de ese hecho dramático se siguen arrastrando hasta hoy para que los cochabambinos, como diría el historiador Gustavo Rodríguez, “vivan divididos”.
Esperemos que esta sombra del pasado de Reyes Villa no sea una espada de Damocles sobre las espaldas de los cochabambinos para que no se repitan episodios violentos como el pasado reciente.
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