por Juan Mérida
Fotografía: http://www.elmundo.es
El día de ayer, el Presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, aplicó por segunda vez el Estado de Alarma desde la reinstauración del Régimen parlamentario en 1977. Competencias extraordinarias para situaciones extraordinarias. Si la primera permitió al Ejército hacerse cargo de las torres de control de los aeropuertos tras una huelga convocada por los controladores aéreos, en esta ocasión ha supuesto que los Ministerios del Interior, Defensa, Sanidad y Transporte pasen a gestionar directamente servicios que usualmente están a cargo de los gobiernos regionales y locales.
Tras estas dos experiencias ocurridas en la historia reciente, hemos querido conocer cuándo fue la última vez que se aplicó en España un instrumento gubernamental de semejantes características. Para ello, hay que retroceder nada menos que 84 años, al mes de febrero de 1936. Situémonos: sexto año de la II República Española. Desde su proclamación, se llevaron a cabo dos legislaturas en un clima de alta polarización y tensión social, afectadas por el ascenso del fascismo en Europa y la radicalización de las organizaciones obreras y campesinas en el país. Tras tres años de un gobierno conformado por el partido de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) de Gil Robles (lo que sería PP y Vox juntos en la actualidad) y el Partido Radical de Lerroux (algo así como Ciudadanos), se convocaron a nuevas elecciones.
Durante ese periodo, escuadrones falangistas se encargaron de generar un clima de caos y desconcierto que permitió justificar la intervención militar llevada a cabo meses después. Juan Mérida
El Frente Popular, compuesto por republicanos (Azaña) y socialistas (Prieto), ganó in extremis las elecciones. Las derechas impugnaron los resultados y, liderados por Gil Robles y Franco (jefe del Estado Mayor en ese momento), pidieron que se declare el Consejo de Guerra. La intención fue que el Ejército tomara el control del Gobierno. Pese a las presiones, Portela Valladares, principal responsable antes de la toma de posesión del nuevo gobierno, no accedió. A cambio, declaró el Estado de Alerta, una medida intermedia que supuso la anulación de los poderes civiles y políticos de la ciudadanía. Pese a que solo contempló 15 días de aplicación, ésta se prorrogó durante 151 días.
Durante ese periodo, escuadrones falangistas se encargaron de generar un clima de caos y desconcierto que permitió justificar la intervención militar llevada a cabo meses después. Mientras tanto, altos mandos del Ejército prepararon el golpe. Entre los cabecillas de la trama se encontraban el General Mola, destinado a Pamplona, donde contó con el apoyo de los carlistas y su cuerpo de choque, los requetés, formados por las tropas fascistas italianas. También estaban el General Sanjurjo, con experiencia en África y partícipe de anteriores golpes de Estado frustrados y Franco, ex director de la Academia General Militar de Zaragoza, quien tuvo el apoyo de jóvenes oficiales y de los llamados africanistas, sección del ejército destinada en el Marruecos ocupado.
Pese a las numerosas evidencias que demostraban la preparación del Golpe, el gobierno de la República se mantendrá pasivo. El 16 de Julio, un grupo de periodistas abordaron en los pasillos del Congreso al entonces presidente del Consejo de Ministros, Casales Quiroga, preguntándole por las posibilidades de un levantamiento inminente. Él respondió: “¡Que se levanten! Yo en cambio me voy a acostar”. Un día después, el ejército se sublevó en África y en diferentes puntos estratégicos de la Península, dando comienzo a la Guerra Civil Española. Tres años después, se instauró un Estado de Alarma que se prolongará durante 40 años.
Nota: Este texto fue publicado originalmente en la revista Mundo Gris (Marzo 2020)
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