por Jaime Chuchuca Serrano
En los años ochenta, la Izquierda Unida, alianza entre varias organizaciones, llegó a ser la segunda fuerza política del Perú. En los años noventa, ante el temor del avance de la izquierda, la derecha ideó al outsider Alberto Fujimori (1990-2000). En diez años, Fujimori institucionalizó el neoliberalismo y la corrupción que se han mantenido hasta ahora. En la época de Fujimori se produjo una escalada la organización armada Sendero Luminoso, que supuso el retroceso de las ideas sociales. Esto fue aprovechado por Fujimori, quien desplegó a la policía y las fuerzas armadas que terminaron matando y despareciendo a miles de campesinos y jóvenes. En el último proceso electoral, un atentado no aclarado, que la derecha atribuyo a Sendero Luminoso, contra 18 civiles, causó conmoción en el vecino país. Varias organizaciones de izquierda han acusado a las mismas organizaciones de la derecha racista de estar detrás del atentado.
En la segunda vuelta, Lima, la costa norte y parte de la Amazonía votaron por Keiko Fujimori; todos los partidos de derecha apoyaron a Fuerza del Pueblo y algunos que históricamente se reivindicaban de socialdemócratas como el APRA. A pesar de la corrupción de Keiko Fujimori y su autoritarismo, o por eso mismo, intelectuales como Vargas Llosa también llamaron a votar por la heredera de la época del terror. La estrategia del conteo electoral de la derecha fue empezar contando la votación favorable a Fujimori para dar la apariencia de la ventaja sobre Castillo. Sin embargo, este último terminaría ganando las elecciones peruanas con 50.266 %, 8.735.448 votos, sobre Keiko Fujimori con 49.79 %, 8.663.684 votos, una diferencia de más de 71 mil votos (99,79 % escrutado por la Oficina Nacional de Procesos Electorales). Pedro Castillo obtuvo gran voto nacional, 16 de las 24 regiones, pero sobre todo de los Andes y el sur, regiones marginales al desarrollo neoliberal, las zonas rurales, de los jóvenes, trabajadores y mujeres. En las ciudades de Huancavelica, Ayacucho, Apurímac, Cusco y Puno ganó con más del 80% de los votos.
Pedro Castillo, maestro y dirigente sindical, se hizo conocer por estar al frente de las movilizaciones de diciembre de 2020 y otras con las que la gente presionó al orden social. La formación política Perú Libre agrupó a varias organizaciones de la izquierda, marxistas, mariateguistas e indigenistas. Castillo ha sido catalogado como de izquierda clásica y sin reivindicaciones de los derechos de género y de la naturaleza.
Todos los medios de comunicación, la derecha y los racistas peruanos que apoyaron a Fujimori, se encargaron de destruir la imagen de Castillo. Sin embargo, el hartazgo hacia la dirigencia neoliberal, hizo que Castillo se alce con gran fuerza y pase de la sorpresa de la primera vuelta a la victoria de la segunda. La burguesía peruana ha estallado con miedo ante los anuncios de Castillo de nacionalizar los recursos naturales para beneficio del pueblo. Fujimori denuncia fraude sin pruebas y la derecha ha empezado un proceso de desestabilización. La victoria de Pedro Castillo demuestra la polarización de la región, que con pocos votos las tendencias de izquierda o de derecha han logrado llegar al gobierno, como Lasso en el caso de Ecuador. El pueblo peruano espera que el presidente Pedro Castillo cumpla su propuesta y no se convierta en otro Ollanta Humala, quien llegó al gobierno con un programa de izquierda que nunca cumplió y que al contrario favoreció a las élites neoliberales.
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