JAIME VICENTE CHUCHUCA SERRANO
En estos días se ha escuchado tantos insultos y menosprecio contra los manifestantes, que el curuchupismo que parecía muerto ahora exhala vida y se revolotea alegremente en Carondelet. En Ecuador hay un encuentro de varias culturas, pero en jornadas polarizadas, en los levantamientos y en las huelgas, se visualiza, de un lado, con todo el poder a la cultura blanco-mestiza hegemónica y, de otro, a las culturas subalternas, de oposición política, indígenas, mestizas, populares, pobres, de mujeres, de jóvenes, de estudiantes, de trabajadores movilizados. La lucha de clases sociales ocupa un lugar central en esta oposición. La herencia histórica colonial de la nación ecuatoriana sigue siendo dominante y se impone por el derecho, por la fuerza, por los medios, por la ideología, por la iglesia, por la educación.
No obstante, aunque la colonialidad del poder tiene sus propias leyes, prefiere saltarlas, modificarlas, desaparece el estado de derecho y en su lugar coloca a la policía. La historia latinoamericana muestra que las agencias del poder punitivo descontrolado, como dice Zaffaroni, son las que comenten los crímenes más graves cuando operan sin contención. Lasso enfrenta su primera gran protesta encabezada por el movimiento indígena, y la respuesta del gobierno son miles de militares, policías, cárcel, discursos racistas, polarización empresarial, mediática, persecución, teorías conspirativas. Algunos medios nacionales no son ya más que agencias de comunicación del gobierno. Pero ¿qué ha dicho el presidente y su gobierno sobre los 10 puntos que exige la CONAIE? El gobierno y la élite ha reaccionado de modo irracional, violento, y no ha rebatido un solo punto de los reclamos justos que hace el movimiento indígena por la crisis económica.
Las protestas que empezaron el 12 de junio de 2022 son parte de las movilizaciones por la pobreza que se expresan desde 2019 en América Latina y el mundo. Estas movilizaciones prepandemia ya mostraron la urgencia de cambios económicos sustanciales; los pueblos se encuentran postrados sin trabajo, educación, salud, alimentación. En octubre de 2019 el levantamiento indígena y popular apeló a la eliminación del Decreto 883 por el alza de combustibles. Desde aquel año, al contrario, se han aprobado varios decretos que han quitado casi todo subsidio a la gasolina, manteniéndose solo en el diesel. Producto de estas políticas, los precios se han incrementado abruptamente.
Después de la crisis pandémica millones de ecuatorianos están endeudados, otros tantos no tienen acceso a trabajo, miles han perdido sus casas, vehículos, terrenos. Y a los que nada han tenido, se les ha quebrado hasta su dignidad. Miles de pequeños y medianos campesinos venden a precios mínimos sus productos, los regalan o terminan perdiendo cosechas enteras. Todos los trabajadores/as sufren precarización laboral: 7 de cada 10 no tiene seguridad social. Por si fuera poco, las administraciones desfalcan el IESS. Decenas de comunidades indígenas y campesinas viven la zozobra minera, la contaminación de sus suelos y agua; además de la violencia e inseguridad desatada por mafias inescrupulosas. El Estado reconoce los derechos de los pueblos indígenas solo de modo declarativo y no hay políticas sustanciales para cambiar sus condiciones precarias.
El gobierno de Lasso está cumpliendo a raja tabla el plan neoliberal, tal que parece que su gabinete es una extensión del FMI; las reformas tributarias, laborales, las privatizaciones (Banco del Pacífico, hidroeléctricas, IESS, CNT), restan valores a los ecuatorianos y a su Estado. La especulación de los precios, amenaza la comida diaria de las familias. Los hospitales no tienen suficiente personal, ni medicinas; la salud se ha convertido en una mercancía inalcanzable. El impedimento de acceso a la educación superior genera mano de obra barata y quienes se gradúan no encuentran empleo. Hay escuelas, colegios y universidades que se caen a pedazos. Para el colmo de los males, el narcotráfico y la delincuencia se expande de modo agresivo sobre un cuerpo raquítico.
¿El gobierno de Lasso ha cambiado de algún modo esta situación desastrosa? La respuesta no solo es que no, sino que además parece que se está haciendo lo posible por empeorar la vida de los ecuatorianos. Por la forma como ha gobernado Lasso en estos meses, de seguro no dará soluciones. La fragmentación política en la Asamblea, la inestabilidad institucional, la metida de mano a la justicia y otros hechos hacen que incluso parte de la derecha que apoyo a Lasso lo censuren. Los pueblos indígenas son los más pobres y por tanto los más sensibles, no viven de la propaganda, ni de meros anuncios, hacen falta soluciones concretas. La represión y el despliegue de las fuerzas armadas solo son la irracionalidad de la élite para entender que la protesta es justa. Los pueblos movilizados buscan que se cambie el esquema institucional neoliberal y que se cree un sistema basado en los derechos humanos. El orden social es solo un discurso para el que no tiene pan para vivir.
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