El empleo de las encuestas, aplicadas en las campañas políticas, data del período de entreguerras del siglo XX. Los sociólogos norteamericanos, Lazarsfeld y George Gallup, acudieron a estos procedimientos metodológicos y estadísticos para la obtención de datos que expliquen el comportamiento de las masas.
A partir de entonces el uso de encuestas es recurrente y están generalizadas en las más diversas actividades, pero no están exentas de polémicas, por su vinculación con intereses dominantes y mercantilistas que pretenden manipular ideológicamente a las personas.
Efectivamente, las encuestas son mediciones parciales de comportamientos o preferencias humanas, que no pueden, ni deben, ser endiosadas como verdades inobjetables. Nada está quieto, más allá de cualquier voluntad, la naturaleza de la sociedad es dialéctica, sus actores son dinámicos y el cambio es lo único eterno.
Estas reflexiones iniciales son válidas a propósito de la guerra de encuestas desatada frente a la proximidad de las elecciones presidenciales en el Ecuador. Las redes sociales son el escenario preferente en el que circulan supuestas mediciones que tienen resultados contradictorios y carentes de sustento científico.
En unas el ganador es el candidato de la banda delincuencial ligada al correísmo, incluso aseguran que en una sola vuelta; en otras el vencedor sería el representante de la banca y el neoliberalismo. Hay quienes posicionan a Yaku Pérez en la segunda vuelta electoral e incluso no faltan aquellos que dan como triunfador a candidatos sin aparentes opciones.
Son evidentes las intenciones detrás de cada medición, por lo tanto esos datos son verdades a medias o medias mentiras, en definitiva son fraudulentas.
Para definir las preferencias de los sufragantes hacen falta varias muestras aleatorias del universo de votantes, recogidas en momentos distintos y luego interpretar las posibles tendencias, considerando y entramando otras variables que son necesarias, para recién tener una guía de cómo será la intención del voto. Ojo, que la intención no es igual a certeza. En momentos en que la indecisión es alta y que existe dispersión de candidatos, es una irresponsabilidad difundir resultados de encuestas. Debe el CNE sancionar a quienes pretenden manipular a los electores, censurar a los trolls y garantizar el acceso a una información veraz.
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